Rommel Fernández nació el 15 de enero de 1966 en el popular barrio de El Chorrillo en ciudad de Panamá, con estatura de 1.85 metros y 81kg de peso se convirtió en un corpulento delantero, temido por los defensas de los diferentes clubes de la primera división española.
La especial historia de Rommel nace en el verano de 1986 en el Mundialito de la Emigración que se disputó en el sur de la Isla. Entre cientos de anécdotas y personas que le ayudaron desde su infancia en Panamá fue finalmente José Antonio Barrios -que ejercía de vicepresidente y a la vez de secretario técnico del Tenerife en la nueva directiva que presidía Javier Pérez- recomendó su fichaje. La Historia cuenta que Rommel tenía poco de emigrante o hijo de emigrantes era un gran todo de panameños, pero esa pequeña fábula fue su oportunidad para llegar y quedarse en España.
Tenerife estaba descendido a Segunda División B y en esa época estaba prohibido alinear extranjeros, la solución fue que entrenara con los mayores y jugara con el filial. Ya con 20 años, Rommel hacia goles y llegó el ascenso del Tenerife a Segunda División y aunque no tenia experiencia en alta competición, Tenerife confió a ciegas y le dio una de las dos únicas plazas de extranjero que se admitían.
Rommel debutó con el Tenerife el 2 de septiembre de 1987 ante el Laguna (1-2) en Copa. Diez días más tarde se estrenó en Liga frente al Jerez: entró en el descanso y tardó un minuto en marcar el empate (1-1) ese día comenzó el mito y leyenda de Rommel Fernández por siempre en el Tenerife.
Líder inolvidable y héroe por siempre del ascenso blanquiazul a primera división, se convirtió en ídolo y dejó para la historia registros y momentos inolvidables. 16 goles de cabeza y su festejo ante el Mallorca -rodillas en tierra y brazos al cielo. Sus lágrimas en el Villamarín, mientras hablaba con su madre, doña Mélida, gracias a la magia de Mayte Castro (Radio Club) en una época sin telefonía celular.
Emocionante momento cuando aquella llamada «Mamá, subimos. ¿Cómo estás? ¿Cómo están mis hermanos? Mamá, te quiero». Un tesoro de once palabras resume la sencillez de Rommel y el amor por su gente, atributos que no quiso perder ese verano, cuando tuvo ofertas para irse de la Isla y prefirió jugar en la máxima categoría con su Tenerife. Fijo para Miera, Azkargorta o Solari, disputó 64 partidos (61 de titular) como blanquiazul en la élite, en los que marcó 23 goles. Y otros seis en la Copa del Rey.

Es una pena que las autoridades y los medios más poderosos de Panamá no le han dado el valor que se merece y se une a todos los demás héroes olvidados como su maestro, León ¨Cocoliso¨ Tejada, Yan Yip Rivera, Lloyd LaBeach, El Ídolo, Delmira Pierce, Idelfonso Lee y muchos otros.



En su fallecimiento en 1993, Rommel Fernández Gutiérrez era considerado el deportista más importante de Panamá y la Federación Panameña de Fútbol decidió que el Estadio Revolución pasara a llevar su nombre, inmortalizando al mejor delantero de todos los tiempos y años después se declaró el 6 de mayo como el Dia del Futbolista Panameño.
Rommel Fernández, fuiste un grande y serás por siempre un héroe de los barrios y una generación. Gracias por haber existido.