Priscilla

Delgado

Al Natural

Hay que hilar ‘Delgado’ para construir y preservar la cultura de un pueblo

Había que usar un pickup para atravesar una suerte de camino que ayudaba a llegar a las riveras del rio Bayano en donde se tomaba una lancha hasta el puerto de Coquira, antes llamado la Capitana. Todo era muy precario.

Esta es la casa que cobijó los sueños de una familia y después de todo un pueblo en Cañitas, Chepo.

Hace unos días participé en el funeral de una tía política, en Cañitas de Chepo, pueblo que me vio nacer. Mi tía, Bienvenida Barahona Tejada, tenía 99 años y era de ese grupo de santeños que a ultranza se radicaron en ese pedacito de tierra que es Cañitas de Chepo.

La historia es interesante porque un tío abuelo, don Ceferino Delgado, un buen día decidió trasladarse desde Las Tablas hasta Cañitas, sorteando toda clase de obstáculos y con él se fueron todos sus hermanos e hijos, en un sitio donde no había más que calamidades, animales feroces, zorras que se comían las gallinas y una abuela sabia, que era la mía, Nina.

Lo hicieron buscando el sueño de un espacio mejor para sus hijos. No había nada; solo ranchos que construyeron con sus manos y que fueron habitados en ese trozo de tierra.

Poco a poco, y con mucho trabajo, se construyó la primera escuela rancho, y al pasar del tiempo se edificó una escuela más grande, donde una de mis primas era la maestra multigrado y se le puso como nombre Clímaco Delgado, uno de mis tíos, y padre de la maestra Maritza Delgado.

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Mi padre aportó un pickup para atravesar una suerte de camino que ayudaba a llegar a las riveras del rio Bayano en donde se tomaba una lancha que llegaba hasta el puerto de Coquira, antes llamado la Capitana. Todo era muy precario.

A los más chicos nos enseñaron el valor del trabajo y desde muy pequeñitos teníamos que colaborar en todo, por ejemplo, cargar el agua del río y depositarla en las tinajas (las refrigeradoras de ese tiempo).

Se comía lo que había y casi siempre era lo mismo, arroz y frijoles, en tanto que la carne era escasa en el menú básico que teníamos.

Convivíamos con los que ya habitaban en el lugar, que eran distintos pueblos originarios. Si para nosotros fue difícil, no quiero imaginarme cómo era para ellos, que tenían que bajar a un enfermo en una hamaca hasta las riveras del rio, en donde se tomaba un transporte y este no era una lancha rápida, era un cayuco que se trasladaba con un motor fuera de borda y se ayudaba con canaletes.

En este medio de transporte se venía a comprar a la ciudad los enseres que no eran cultivados por la tierra y se traían hasta el pueblo. Siempre se viajaba con la marea, más de uno de estos cayucos se voltearon y se perdía toda la carga en el caudaloso Río Bayano.

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A mi abuela se le ocurrió abrir el primer supermercado del pueblo, una tienda de abarrotes que vendía desde telas, hasta las medicinas que se compraban en la botica El Javillo; aun no sé cómo aprendió a inyectar a todos los enfermos con la misma medicina, Despacilina de 400 m IU. Hoy me pregunto cómo no había alérgicos en ese tiempo y lo cierto que para ella ese era su remedio.

La casa donde nací se convirtió en salón de baile, botica, lugar donde se velaba a los que morían y ella se convirtió era una suerte de matrona del pueblo, quienes todo se lo consultaban.

Finalizo y se preguntarán, esta historia qué tiene que ver con el funeral de mi tía “Bienbe”. Simplemente, que las costumbres y las culturas no cambian, si no las cambiamos nosotros.

En ese pueblo se sigue sintiendo olor a interior, a Los Santos, y hombres con sombrero a la pedrá; signo inequívoco de que siguen gozando de buena salud.

Y que conste, la patrona de Cañitas es Santa Librada de Las Tablas, porque así lo decidió mi abuela.

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5 comentarios

  1. Homenaje a todos esos santeños que se atrevieron a buscar un lugar para sus familias en Cañitas de Chepo, a las riveras del rio Mamoni, en condiciones precarias, pero todos unidos con esas costumbres santeñas que hoy siguen vigente en cada uno de sus habitantes.

  2. El área de Panamá este no sería la misma sino fuera por el aporte cultural y económico que se produjo con la llegada de la comunidad Santeña a Bayano. Conocer cómo sucedió me ha encantado ya que cada vez que visito el área me impresiona esa comunidad pujante, trabajadora y que si bien está muy integrada, no olvidan sus raíces Bravo Priscilla Delgado 👏🏼👏🏼

  3. Muy cierto Victoria Garibaldo, Cañita no sería la misma sin esos Valientes Santeños que abandonaron su pueblo de origen por falta de tierra, que se utilizaban para la agricultura y ganadería, a pesar de los diferentes cambios y de la distancia mantienen una identidad propia, esto se refleja, que a pesar de vivir tantos años en una comunidad tan distante de su pueblo natal ellos no han perdido su cultura por eso la llevan en la sangre, y muchos de ellos son nacidos en Chepo, y ciudad capital siguen y no se sienten Chepanos ni Cañiteños sino que se hacen sentir como santeños y así manifiestan que lo Santeño lo llevan los hijos nacidos de santeños, que se lleva en la sangre, es por es que los santeños donde llegan se hacen sentir. Para muestra no dejen de visitar ese pueblo maravilloso llamado Cañita de Chepo. Excelente Priscilla Delgado 👍👏👏👏🇵🇦

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