Analisa

Williams Choy

UBUNTU

Yo estoy bien, si tú estás bien.

Mi generación sí y la tuya no

Mientras sigamos enfocando el problema en lo que hace o dice el otro, llámese generación o persona, nos mantendremos atascados en el camino, o bien dando vueltas sin fin.

Cada generación tiene algo que aportar y unidas pueden alcanzar metas impensables. Foto: Elements Envato

Los conflictos generacionales son de vieja data. Cada generación critica a la que le sigue y viceversa.

A diario leemos en redes frases como “ok boomer, “hueles a alcanfor” o “ustedes son unos frágiles que les faltó una buena cuera”.

Por qué y para qué estas discusiones, que llevan a encender los espacios con tanto insulto, que se pierde el fin de la buena causa y la intención que la mayoría tenemos. ¿Cómo es posible que aún no hayamos podido encontrar la raíz de este tema, cuando nos conduce a lo opuesto de lo que deseamos como personas?

Si mi generación es buena ¿La otra es mala? ¿No es la solidaridad uno de los valores primordiales de la buena convivencia? ¿Cómo podemos construir un ambiente solidario y de cooperación cuando unos son buenos y otros malos, o mejores o peores? ¿Puedo ser solidario creyendo que soy mejor?

Con tanta tecnología, información y estudios científicos, junto a grandiosos comunicadores en tantas redes ¿por qué insistimos en perder tiempo y energía en algo que no tiene una razón? No se vale movernos con tanta contrariedad, teniendo tantas respuestas. Cada uno habla desde la subjetividad. Desde lo que cree, no desde lo que es.

Es hora que como sociedad avancemos. Cada generación es importante dentro de la evolución del ser humano y deja un legado para la que sigue.

La difícil tarea de ser mujer

Mientras sigamos enfocando el problema en lo que hace o dice el otro, llámese generación o persona, nos mantendremos atascados en el camino, o bien dando vueltas sin fin.

Algo que no cambia con cada nueva generación son los pensamientos y los sentimientos y sus ansías por ser valioso e importante.

Seamos curiosos, buscando entender qué puede estar sintiendo cada persona y establezcamos la relación con ella a partir de ahí. Conectando, escuchando, validando, acompañando. Repito, Conectando, escuchando, validando, acompañando, en lugar de invalidando, regañando, comparando, aconsejando y juzgando.

Uno de los pilares de todo el mal social es la crianza, la cual en la mayoría de casos es autoritaria o bien permisiva o hasta negligente, que son las tres formas de criar que han prevalecido generación tras generación. 

Hoy día, hay una crianza más real, humana y efectiva. Para los que piensan que voy a escribir sobre no regañar a los hijos y consentirlos más, están equivocados. Les pido apertura y que sientan mis palabras.

En Disciplina Positiva, la cual conocí cuando mis hijos tenían 9 y 14 años y ya probablemente había cometido la mayoría de los errores de una madre, indisciplinada y negativa, existe una figura de crianza; la crianza democrática, donde hay firmeza y amabilidad al mismo tiempo. Y para esto se requiere un gran esfuerzo de nosotros los padres.

Ahora contamos con estudios que antes no teníamos sobre el funcionamiento del cerebro y los efectos del estrés, del amor y la compasión.

He sido madre por 22 años y hasta el día de hoy sigo cometiendo errores. He tenido la dicha de reconocerlos trabajando con una comunidad de apoyo que me empodera a aprender de estos errores.

Tengo dos grandes maestros, mis hijos, quienes al principio que inicié este mundo de la Disciplina Positiva, cuando me ponía furiosa e iba a empezar a regañar sin piedad, ellos sacaban el libro de Disciplina Positiva para calmar al demonio.

Esto no me exime de retos y situaciones. Por el contrario, me impulsa a tratar de ejercer mi balance entre mi firmeza y mi amabilidad.

Vivo la Disciplina Positiva porque ha cambiado mi vida, primero con mi relación propia, segundo, con mis hijos y, tercero, porque he sido testigo de transformaciones de personas en todas partes del mundo.

En fin, sea la generación que sea, te invito a tomar consciencia de lo que piensas, sientes y haces, al igual que las personas que te rodean.

Busca relacionarte con respeto. Respetando con amor, amando. Aceptando, validando el sentimiento y pensamiento del otro. Poniendo límites al otro, pero también a ti mismo con respeto. Y luego podrás ver y entender mejor el pensamiento colectivo en pro de una mejor sociedad y libre de conflictos generacionales.

Como siempre, la solución, el encauzar nuestros desvíos y propiciar mejores relaciones, está en cada uno de nosotros y, finalmente, en la conciencia colectiva.

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