Esta alta exposición e inmediatez nos provoca decir y hacer lo que nos da la gana y seguir el circo, compartiéndolo. Hasta la siguiente noticia. Y así nos vamos.

Esta semana inició un proceso judicial que tiene a todo el país en tensión. Un proceso que podría ser una oportunidad para que el país pueda avanzar. Más que escribir del proceso, quiero escribir sobre nosotros los espectadores.
Solo han pasado cuatro días y uno se queda observando lo que sucede en dicho juicio y cómo un sistema lleno de dudas puede quedar pequeño en comparación con la cantidad de personas que están pendientes y, a la vez, en su mayoría entran en una especie de indiferencia y no me importa, solo viendo de lejos, sin protagonismo, mientras otros se toman el espacio para relajo e insultos.
Mientras trataba de entender lo que sucedía, paralelamente, en el chat habían personas haciéndose pasar por exmandatarios, otros por periodistas reconocidos, simplemente entrando en burlas e insultos. Lo delicado, la seriedad del proceso, se disipa en burlas. Así somos
Vemos noticias donde exponen a personas, quizá haciendo mal, con un nivel de condenamiento social antes no visto. Y, nuevamente, lo que más asusta son los mensajes condenatorios, llenos de juicios de valor, por supuesto, sin escaparse los contenidos de burla e insulto de las miles de personas que comentan.
Luego los “influencers” con su peso, muchas veces insultan sin piedad y en menos de un día, piden respeto para otras personas que ellos consideran han recibido acoso.
Esta alta exposición e inmediatez nos provoca decir y hacer lo que nos da la gana y seguir el circo, compartiéndolo. Hasta la siguiente noticia. Y así nos vamos.
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Y en esta incongruencia seguimos viviendo, comentando y exigiendo respeto desde la crítica y el conflicto. Y condenando e irrespetando en el nombre de la justicia, en lo que “debe ser”, del buen humor y de la libertad de expresión.
Me pregunto ¿Dónde está la delgada línea entre el respeto y el buen humor? ¿Y la línea entre compartir para informar y compartir para condenar?
Existe un desorden y todos los días decimos que ya perdimos; todo está fuera de control. Y lo está. Pero qué hacemos.
Es hora de que comencemos a ver hacia adentro, nuestros actos. y cuestionarnos.
Todos tenemos un poder de cambiar y mejorar. Hoy propongo respeto, que no significa ser débil, congo o permisivo.
La palabra proviene del latín respectus, que traduce ‘atención’, ‘consideración’ y, originalmente, significaba ‘mirar de nuevo’. De allí que algo que merezca una segunda mirada, sea digno de respeto.
Alejemos nuestro ego y nuestros juicios, entendiendo que cada persona tiene una visión del mundo completamente diferente. No tenemos los mismos lentes.
¿Te has puesto los lentes de otros? ¿Cómo ves? ¿Distorsionado? ¿Todo muy grande? o ¿Pequeño? Así mismo es la vida. Existe un lente único para cada persona y este sería el principio del respeto. Entender que todos, pero todos, somos y pensamos diferente.
Cada uno de nosotros es responsable de su propia línea del respeto. Ponerse los zapatos del otro y tratar de entenderlo.
Alfred Adler profundizaba en este tema con esta frase: “Ver con los ojos de otro, escuchar con los oídos de otro, sentir con el corazón de otro. Por el momento, esto me parece una definición admisible de lo que llamamos sentimiento social”.
¿Cómo puedo ponerlo en práctica con mis hijos, mis padres, mi pareja, mis familiares, amistades, compañeros, con personas que no conozco, que me atienden o en la calle?
Al final de estas incongruencias, faltas de respeto y entornos de “bullying” está en estímulo del respeto. Es fundamental promoverlo para lograr una sociedad con mayor bienestar.
¿Cómo? Podríamos:
- Tratar de ser ejemplos para otros.
- Respetarnos a nosotros mismos. Conocernos, aceptarnos y ser autocompasivos.
- Ver al otro desde la compasión, sin juicios y mayor aceptación. No hagas suposiciones con base a estereotipos culturales, étnicos o género, entre otros.
- Escuchar para comprender, demostrando un interés real por el otro. Y abrirte a su mirada, sin imponer la tuya, porque la tuya es correcta (solo para ti, es subjetiva).
- Comunicar de manera respetuosa, cortés y amable. Esto no significa ser cursi, es solo tratar al otro como quisieras te trataran y en pro de solucionar, no de culpar.
- Respeta las diferencias y aprende a crecer desde ahí en lugar de estar constantemente viendo lo negativo del otro. Es otro.
- Establecer límites y expectativas claras.
- Resolver los conflictos edificando el entorno en lugar de agredir, insultar y culpar.
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El respeto es un valor universal que todos decimos que lo hacemos y en la práctica hacemos lo opuesto. Construyamos en cada interacción; iniciando con nosotros mismos.
¿Esto que voy a decir es respetuoso u ofensivo para mi o para el otro? ¿Me lleva a donde quiero?
Esto podría ser el inicio para los que deseamos restaurar a nuestro país.