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Panamá marcha por su futuro

El pueblo “está marchando” mucho antes del 3 de noviembre para repudiar la imposición y un contrato inconstitucional que ningún panameño responsable aprobaría. Los modernos Bunau-Varilla no pasarán.

Ya son 120 años de nuestra existencia como república. Ha sido un tiempo suficiente para madurar como Estado, avanzar en términos de soberanía y crecer como individuos.

Cada 3 de noviembre ha sido una fecha de celebración, pero este año será en un contexto distinto al de cualquier otro, incluidos los festejos del centenario, hace 20 años.

Hoy, ya casi no quedan vestigios de la “patria boba”. Eso se evidencia en que desde hace dos semanas una inmensa mayoría del pueblo, casi sin distingos, se está manifestando en las calles por un nefasto contrato sobre minería que, además de las consecuencias perniciosas que representa para la vida de la gente y la subsistencia de la nación misma, transgrede nuestra Constitución y vulnera nuestra soberanía.

Es decir, 120 años después, Panamá y los panameños renuevan es la lucha que inspiró a los próceres a impulsar la causa de la independencia que se consolidó un 3 de noviembre como hoy.

Ya no se trata de Colombia ni de invasores o opresores venidos de afuera, sino de un Órgano Ejecutivo y una Asamblea de Nacional que han desoído el clamor popular.

Como consecuencia, el pueblo “está marchando” mucho antes del 3 de noviembre, todos los días, para llamar la atención y repudiar la imposición de un contrato inconstitucional que ningún panameño responsable aprobaría. Estamos ante los modernos Bunau-Varilla, pero esta vez no pasarán.

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En medio de todo, el gobierno decidió suspender la celebración y pospuso los tradicionales e icónicos desfiles patrios. Es la segunda vez en cuatro años que esto sucede. Sin embargo, esta vez, la gente ha optado por marchar por la vida.

Ni las inclemencias del tiempo, la oscuridad traicionera de la noche y mucho menos los gases lacrimógenos han dispersado la tenacidad colectiva, la determinación general y el empuje de la gente que está hastiada de imposiciones, de decisiones inconsultas y de tanta mentira.

Hoy no habrá las tradicionales dianas oficiales, no retumbarán los teneros, los clarines estarán en silencio y la juventud no podrá mostrar sus bríos, no obstante, hay que mucho que celebrar.

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El pueblo ha logrado que el gobierno le ponga atención y que los diputados se retracten en medio de su detestable soberbia y, además, que los diputados sesionen un 3 de noviembre en lugar de ir a pavonearse en las tarimas de todos pueblos con la venia de la población, como lo hacen cada año, muchos sin merecerlo.

Así como en 1903, los panameños decidieron nuevamente soltar los amarres y luchar por su propio destino. 

Felicidades panameños. Una vez más, la patria les agradece su valentía y su voluntad de liberarse de quienes quieran abusar de ella.

Hoy cada panameño lleva una bandera en su mano, en su mente y en su corazón. Eso no lo para ni lo pospone nadie.

¡Viva la patria, viva Panamá!

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