Vivir sin normas ni respeto es un peligro para la convivencia en sociedad

Vivimos creyendo que todo lo merecemos, sin importar las normas y las costumbres de convivencia, lo importante es saciar nuestro ego, sin que importen los que nos rodean.

La sociedad en la que vivimos reclama cada día más el derecho a la libertad y al libre pensamiento, pero cada día se aleja más de las normas y buenas costumbres, lo cual provoca una gran confusión y enfáticamente en las nuevas generaciones; por eso me queda claro que no podemos vivir en sociedad sin normas.

Cuando voy en la carretera en la hora de más tráfico, veo con asombro a personas que no quieren respetar el turno de seguir en la interminable fila de conductores y si no les das el paso para que se metan en el sitio que no les corresponde, se enojan y te dicen hasta de lo que te vas a morir. Hay normas que no están escritas, pero son tácitas. Aprenda a esperar su turno.

En mis tiempos de estudiante recuerdo que la escuela impartía una asignatura que se llamaba Educación Cívica y esta enfatizaba en inculcarnos valores y normas para vivir en sociedad. El profesor de esta asignatura me dijo una vez “Yo puedo enseñar toda la cívica que sé, pero la verdadera enseñanza empieza en la casa.”

Estamos inundados de tantos avances tecnológicos y con la información al alcance en una abrir y cerrar de ojos, pero este fenómeno ha contribuido a alejarnos de mantener una convivencia armoniosa en sociedad, regidos por normas y buenas costumbres.

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Si observamos a nuestro alrededor se ha perdido la caballerosidad, la empatía por los adultos mayores, el respeto a las buenas costumbres etc.

Vivimos creyendo que todo lo merecemos, sin importar las normas y las costumbres de convivencia, lo importante es saciar nuestro ego, sin que importen los que nos rodean.

No se si a usted se le hace común ir en su vehículo y ver cómo las personas bajan las ventanillas de sus autos y sin mayor reparo salen objetos voladores a la calle.  ¿Por qué pasa esto? si es claro que si tiramos la la basura a la calle de manera indiscriminada los canales de desagüe se obstruyen y, por ende, cuando llueva provocará una inundación y la posible causa sería que personas perdieran sus enseres y hasta la vida. Observe lo que el simple acto de lanzar un desperdicio de su auto puede provocar. ¿Acaso no aprendemos en casa que la basura tiene su lugar?

Sé que en casi todos los países hay regulaciones y multas para las personas que deciden hacer estos actos de verter su basura en las calles y avenidas de la ciudad, pero porque la gente lo sigue haciendo. Desde mi óptica se debe a una falta de verdadera cultura cívica que debe ser inculcada en el seno familiar y reforzada en las escuelas de todos los niveles hasta llegar a la universidad.

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El clamor de muchos es que deseamos tener los que otros tienen, por ejemplo, ser una ciudad como Oslo, con sus avenidas y calles prístinas, pero eso no se logra solo deseándolo; eso se logra poniendo en el núcleo de la sociedad la disposición de hacerlo y trabajar para lograrlo y no se trata solo de labor del Estado y los políticos que la dirigen. Se trata de todos.

Muchas veces he tenido la oportunidad de manejar en EE.UU. y desde el primer día observé que las personas mantenían un alto grado de educación vial. Mi pregunta fue ¡porque aquí sí y en mi país no!.

Después de años, mi conclusión es que ellos entienden lo que es una cultura cívica y nosotros tenemos la cultura del juega vivo o del más avispado o el gandalla.

Póngase a pensar cuándo fue la última vez que usted entró a un establecimiento comercial y el dependiente le dio los buenos días a usted, o  un conductor detuvo su auto para que una persona de la tercera edad cruce la calle o aún más cuándo usted le dio los buenos días a joven y este pasó al lado suyo como si usted no existiera. Es fácil reclamar que deseamos más libertad y derechos, pero no aplicamos los valores mínimos de convivencia.

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Les cuento algo para terminar. Pregúntele a cualquier profesional de la educación qué sucede cuando se  le llama la atención a un estudiante. La respuesta consensuada por parte de los padres de familia, sin temor a equivocarme, es  “usted no tiene derecho a corregir a mi hijo, usted no es su papá”.

Si deseamos ver nuestra sociedad evolucionar a mejores días, mi consejo es que volvamos a la restauración de las normas y buenas costumbres, regalarnos la oportunidad de tener cohesión como sociedad para poder disfrutar de la libertad y el libre pensamiento.

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